sábado, 12 de enero de 2013

Jean-Piere Guillemot (‘marchante’ de arte)

Jean-Pierre Guillemot en su piso-estudio de la Gran Vía de Barcelona (foto: Man Costas.)

[Entrevista publicada en la revista ‘L’ArtPordà’, de junio 1989]

“NUESTRA PROFESIÓN ES TAN RESPETABLE COMO LA DE UN DENTISTA Y, SEGURAMENTE, HACEMOS MENOS DAÑO”

Jean-Pierre Guillemot no es un marchante de arte cualquiera. Siempre subraya sus diferencias y ciertamente tiene razón. Le gusta correr riesgos. Más de una vez lo hemos encontrado recorriendo la ciudad montado en su Mobylette, colándose entre los vehículos. Fuma tres paquetes de cigarrillos al día, lo cual perjudica seriamente su salud. Pero no hace caso de las advertencias. Me dice que hay muchas cosas que le apasionan y me entretiene explicándome como practica la pesca al arco, un deporte que realiza con asiduidad y con muy buenos resultados, me dice. Me describe los increíbles y desconocidos paisajes de los embalses de Catalunya, los cuales explora los fines de semana. Me habla de águilas, alimoches, buitres, linces, nutrias… y tambien de las mujeres, especie por la que siente una inclinación especial, del amor y de las emociones.
Sin embargo su despacho está invadido de cuadros, muebles creados por artistas, esculturas, cerámicas. Poca naturaleza. Muy urbano. Un entorno perfectamente adecuado para quien vive del arte. Realmente Guillemot es raro, simpático y sobre todo es distinto a lo que uno puede imaginarse sobre alguien que desempeña este oficio.

-¿A quién se parece un pintor, o mejor, cómo reconoces a un artista por el que se pueda apostar?
            Pues si me presentan a un señor de piel negra, con gafas oscuras, el aliento evocando a bourbon y las aletas nasales blancas, pensaré ‘a priori’ en un saxofonista de un grupo de jazz, y lo más probable será que me equivoque. Bromas aparte, un artista famoso de hoy no tiene nada que ver con el aspecto que le atribuye la imaginería popular. Sería, más bien, una persona educada, brillante en sociedad, que viste a la moda o con elegancia, conocedor de vinos y que viaja mucho. Hace años los padres querían que sus hijos fueran ingenieros, profesores, médicos. Ahora les dicen: “hombre, ¿y por qué no te pones a pintar, así tendrás un buen coche y un bonito piso”.

-¿Tan bien se ganan la vida los artistas?
            Pintar es un oficio. Pero también hace falta que quien practica este oficio tenga algo que decir, y además decirlo bien, en un lenguaje personal y novedoso. Si es así, puedes ganarte bien la vida. Pero no todos los artistas lo hacen igual. Existen los buenos, lo mediocres y los malos. Lo que sí creo es que hoy día, un artista con talento se puede hacer pronto un sitio en la profesión, lo que no implica, en absoluto, que se haga millonario, pero pueden vivir bien. Pocos son los elegidos, y menos, aún, los que pasarán a la posteridad. A pesar de la euforia momentánea.

-Pero cuando se habla de euforia en el mercado del arte, es porque ahora las galerías venden…
            Tras un largo periodo de estancamiento, no me parece indigno que sus esfuerzos pasados se vean ahora recompensados. Tampoco me parece negativo que de repente, surja una clientela nueva e inhabitual que diversifica sus inversiones y decide dedicar parte de su capital a la adquisición de obras de arte. Hace algunos años vender un cuadro era todo un éxito. Las galerías se mantenían a flote, cuando no se hundían, de puro milagro. Entonces, ¿por qué se le reprocha ahora el hecho de atravesar un mejor momento? Me alegro por ellas, de que les vayan bien y de que los coleccionistas que compraron pinturas en aquel momento negro, simplemente porque se emocionaban ante un cuadro o por que les apasionaba la obra de un artista, sean ahora premiados, habiendo hecho excelentes negocios, casi por casualidad.

-Últimamente se asocia siempre el arte al dinero… Los comentarios acerca de una pintura se refiera más a lo que vale, o a lo que cuesta, a por cuánto se puede revender una cuadro o una escultura o a cuánto se puede ganar con esta operación, más que por el valor en sí de la obra. ¿Es esto el mundo del arte?
            Se habla del comercio del arte con el mismo vocabulario con el que se trata un negocio sucio como la prostitución, el juego, el tráfico de drogas…, ¡que sé yo!. Nuestra profesión es tan respetable como la de un dentista, y seguramente nosotros hacemos menos daño. Asistimos a un fenómeno de culpabilización, o por lo menos, de reproche implícito, a  quien hace fructificar su capital con el arte y no se opina, curiosamente, lo mismo de las personas que especulan con la Bolsa, lo metales, o los terrenos. De hecho, no existe la misma movilidad de material en el mercado del arte como en otros sistemas de inversión. Sacar obra fuera de un país, es difícil. Las obras no cambian tan fácilmente de manos. Es muy natural que las personas que adquieran una obra de arte, la tengan en su casa por muchos años… Quieren ser especuladores y acaban siendo coleccionistas. La compra de un cuadro se asocia más a la idea de placer que la compra de un lignote de oro. Considero, por otra parte, que el coleccionista es útil a la sociedad. El coleccionista reúne obras, impidiendo que estas salgan al extranjero, obras que almacena  y que luego, un día, pasarán al Estado, como patrimonio público.

-Este interés por el arte no puede ser pasajero…
            No, no lo creo. Al contrario, estoy convencido de que irá creciendo y que también irán creciendo las colas que se forman a la entrada de los museos, ayer desiertos. Es un hecho cultural irreversible. Creo que el deseo de poseer una obra única, irrepetible, con su correspondiente fetichismo, que trasmite emociones indefinidas e importantes, será cada vez más agudo. Por supuesto que existen otras prioridades, pero cuando ya se tiene un piso, coche, biblioteca, video, equipo de música ¿qué te puede hacer más ilusión que tener una buena pintura?. El entusiasmo por el arte contemporáneo no es una moda, pero sí lo es, quizás, parecer ser un entendido en comercio del arte. Las informaciones proporcionadas por los medios de comunicación dan una imagen parcial en este sentido: se citan cifras astronómicas obtenidas por algunos cuadros en subastas que marean y dan vértigo a la gente. Ahora ni siquiera se habla de adjudicaciones en miles, sino en millones [de dólares], y esto por supuesto, hace pensar que coleccionar no está al alcance del ciudadano medio. Y no es cierto. No hace mucho he vendido obras originales de Mariscal por muy poco dinero.

-¿En Supermerc’art, el supermercado del arte?
Sí. Pero no sólo de Mariscal, sino también de Riera i Aragó, Tom Carr, Gerard Sala, Perico Pastor, Viaplana, etc, etc. Con Supermerc’art muchas personas se han formado una muy buena colección, sin arruinarse.

Angel Joaniquet

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